Una investigación liderada por el CSIC ha hallado el compuesto, eficaz contra varios tipos de tumores humanos.

Un equipo de investigadores españoles ha descubierto un fármaco experimental con potencial para combatir varios tipos de cáncer. De momento, lo han probado con éxito en animales con melanoma y tumores colorrectales humanos, aunque es probable que también sirva con pulmón, páncreas, tiroides y otras enfermedades. El hallazgo es prometedor y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que ha liderado el proyecto, ya ha patentado tanto el compuesto original -denominado DEL-22379- como otros derivados y está en conversaciones con la industria farmacéutica para preparar ensayos con humanos.

Aunque todavía es pronto para saber si funcionará en humanos, los resultados en animales han sido un éxito. La toxicidad es baja, por lo que sus efectos secundarios en ratones han sido suaves, su efectividad es considerable y, además, parece que es compatible con otros fármacos que ya existen para combatir los mismos tumores. Podría ser eficaz en muchos casos de cáncer diferentes. Muy probablemente no será una solución definitiva pero tiene potencial para, en unos años, acabar en el arsenal farmacológico de los oncólogos.

Pese a lo novedoso del fármaco experimental, su lugar de acción es un viejo conocido de los investigadores que luchan contra el cáncer. Una cadena de cuatro proteínas (denominada RAS-ERK por el nombre de la primera y la última) que, cuando mutan, hacen que las células tumorales se reproduzcan sin control y a toda velocidad. Su enfoque, sin embargo, es diferente al de los anteriores. «Hasta ahora, la estrategia había consistido en inhibir la actividad de uno de los cuatro componentes, pero los resultados no han sido todo lo buenos que se esperaba», explica Piero Crespo, líder del trabajo y científico en el Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols (IIB-CSIC) de Cantabria. Entre los motivos para este éxito moderado, aclara, está su toxicidad; tal vez no tan alta como la de la quimioterapia, pero lo suficiente para tener que mucho cuidado con las dosis. «Son muy agresivas, tienen muchos efectos secundarios no deseados, lo que hace que se tenga que recurrir a tratamientos cortos y menos efectivos», sentencia.

«Nosotros nos planteamos otra estrategia», asegura Crespo. «En vez de bloquear actividades vamos a bloquear interacciones». Es decir, en vez de desbaratar lo que hace una de las cuatro proteínas de RAS-ERK, querían romper la comunicación entre ellas. En concreto, un paso entre la penúltima y la última. Hace siete años que sabían que podía hacerse, pero necesitaban encontrar el componente adecuado. «Hemos analizado miles de moléculas diferentes», explica el investigador. La encontraron. «Primero miramos cómo evita la proliferación, si es capaz de provocar la muerte del tumor en una placa de cultivo; solo cuando eso ha funcionado pasas a modelos animales donde pruebas también la toxicidad y las dosis adecuadas para bloquear el tumor», recalca.

Para ver los efectos de estas moléculas, los investigadores usaron tres modelos animales. Ratones, peces cebra y embriones de pollo. «En ratones la respuesta fue espectacular», asegura Crespo. «En un 80% de estos no se vio progresión del tumor». Incluso cuando no usaron líneas tumorales -una suerte de cultivos de células cancerígenas genéricos con los que se investiga en los laboratorios-, sino que trasplantaron células tumorales de pacientes reales, tuvieron éxito. «Solo pudimos probarlo con cinco, porque es una técnica muy cara, pero en todos hubo respuesta».

«Está claro que, en el modelo preclínico, el compuesto tiene todos los atributos que tenían los mejores fármacos que después han prosperado», afirma Crespo. Pero, tras siete años de trabajo, están al comienzo del camino. Cuatro de cada cinco medicamentos experimentales prometedores en animales luego no funcionan tan bien en humanos.

Borja Robert

Fuente: Diario Hoy

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