Un enfoque novedoso y hasta revolucionario para el tratamiento del cáncer. En lugar de ‘matar’ al mayor número posible de células cancerígenas con la quimioterapia tradicional a dosis elevadas, mantener su crecimiento controlado con dosis de ‘quimio’ más bajas. Un grupo de científicos del Centro de Cáncer eInstituto de Investigación H. Lee Moffitt Tampa (Florida, Estados Unidos) se plantea esta inédita estrategia con el objetivo de alcanzar mejores resultados en comparación con los actuales.

«La proliferación de células resistentes al tratamiento conlleva a su fracaso en más ocasiones de las que desearíamos», argumenta Robert Gatenby, uno de los autores del estudio, que acaba de ver la luz en la revista científica Science Translational Medicine. Según relata en dicho artículo, «nosotros proponemos considerar una nueva forma de tratar el cáncer, basándonos en principios darwinianos, en la teoría de la evolución».

Según los responsables de este trabajo, en los últimos años, algunos investigadores cuestionaban los beneficios de la quimioterapia estándar, ya que destruye las células tumorales vulnerables al fármaco, pero no aquellas que se han hecho resistentes. «Mediante la eliminación de la primera población de células cancerígenas, la ‘quimio’ permite que las células resistentes se vuelvan dominantes y generen un crecimiento tumoral descontrolado».

Teniendo en cuenta estas fuerzas de la evolución que promueven la resistencia del cáncer, este grupo de expertos, liderado por Pedro Enríquez-Navas, del departamento de Oncología y Metabolismo del H. Lee Moffitt Tampa, rediseñan el abordaje, ajustando las dosis de la ‘quimio’ según el tipo de respuesta tumoral. Es decir, aplicar una terapia adaptativa, y no para reducir el tumor sino para estabilizarlo.

Dado que el objetivo con el que se trabaja es erradicar el cáncer, se opta por «la dosis más alta dentro de una toxicidad controlable (por los efectos secundarios tóxicos que estos fármacos pueden producir)», explica Marcos Malumbres, jefe del grupo de División Celular y Cáncer del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Es en estas condiciones es como se realizan los ensayos clínicos, con las dosis máximas que los pacientes pueden soportar, siempre en unos límites de seguridad. Posteriormente, una vez los organismos oficiales (como la FDA o la EMA) aprueban tales tratamientos, lo hacen precisamente con los mismos protocolos de administración. Sin embargo, agrega este experto español al comentar el trabajo de Science Translational Medicine, «la dosis más alta no tiene por qué ser la mejor. En realidad, no sabemos si las dosis que ahora se usan en los pacientes son las más óptimas porque no se han probado otras […] Habría que iniciar nuevos ensayos clínicos para estudiarlo, con la inversión económica que esto supone».

En este punto, y asumiendo la dificultad de investigar cambios en las dosificaciones, el equipo de científicos del H. Lee Moffitt Tampa plantea la idea de estabilizar el tumor. ¿Cómo? Olvidándose de erradicarlo. Es decir, mantener una pequeña población de células vulnerables al medicamento con el fin de impedir el crecimiento de las células resistentes. De alguna forma, esta estrategia promueve la existencia de una ‘competición’ entre las células vulnerables y las resistentes. Al eliminar las vulnerables, se deja camino libre a las resistentes y la ‘quimio’ deja de funcionar.

Centrándose en estas fuerzas evolutivas, Enríquez-Navas y sus compañeros se sirvieron del análisis de una investigación previa en la que se realizaron precisamente simulaciones por ordenador con distintas dosis de ‘quimio’. Aplicaron varios de estos algoritmos en ratones con dos tipos de cáncer de mama. Probaron, por un lado, las cantidades estándar de este tratamiento (paclitaxel) y, por otro, un régimen de dosis más bajas, pero administradas en dos formatos. Uno de ellos consistía en empezar con una sesión alta de paclitaxel que de forma progresiva se iba reduciendo en las consecutivas a medida que se observa una buena respuesta del tumor. La otra línea era, directamente, saltarse algunas sesiones. La ‘quimio’ estándar, «aunque en un principio logró disminuir el tamaño del tumor mamario, cuando se detuvo el tratamiento, el tumor volvió a crecer», reza el artículo. Por el contrario, la terapia adaptativa ofreció resultados más efectivos. De hecho, permitió que entre el 60% y el 80% de los ratones pudieran abandonar la terapia por completo sin presentar recidivas durante un largo periodo de tiempo.

En palabras de Malumbres, especialista del CNIO, esta alternativa de tratamiento es «muy interesante». No obstante, cabe recordar que este trabajo está hecho «sólo en líneas celulares y sólo con un compuesto […] Si realmente quisiéramos aplicar la nueva estrategia, tendríamos que conocer el mecanismo por el que los resultados son mejores». Es decir, «no se sabe exactamente por qué las dosis más bajas logran mantener el tumor a raya. Quizás sea por la teoría de las fuerzas evolutivas o quizás no. Lamentablemente, tampoco tenemos marcadores que nos ayuden a clarificarlo. Además, este enfoque no valdría en terapias dirigidas y otro punto pendiente de respuesta es con qué mutaciones funcionaría la estrategia». En definitiva, los resultados de esta inédita investigación son aún muy preliminares, aunque es cierto que «el estudio de distintas dosis supone una necesidad», subraya el científico español. «Estoy convencido de que los fármacos actuales no están optimizados, tanto en cuestión de dosis como protocolos de administración (por ejemplo, si es mejor dosis altas en menos sesiones o dosis más pequeñas y más frecuentes)».

Laura Tardón

Fuente: El Mundo

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