La baja por depresión se ha convertido en una de las causas más frecuentes de absentismo laboral en España. Un trabajador puede ser dado de baja por su médico de cabecera cuando manifiesta una profunda tristeza, un continuo abatimiento, falta de ánimo, problemas de concentración, pérdida de memoria o indecisión, es decir, síntomas que le impiden desarrollar sus funciones profesionales con normalidad y que indican que existe deterioro a nivel cognitivo, emocional o físico. Esta baja por incapacidad temporal, cuya duración dependerá del tiempo que tarde el trabajador en recuperar sus capacidades básicas, implica un infierno para el trabajador, pero también un duro impacto económico para la compañía responsable de su contratación: se calcula que la cantidad procedente de las bajas por depresión supera los 5 mil millones de euros al año.

Sin embargo, en los últimos años se ha observado que los trabajadores diagnosticados de depresión han optado por un comportamiento totalmente opuesto al absentismo laboral: el presentismo laboral. Para ser más concretos, los casos de presentismo laboral aumentaron con el inicio de la crisis económica. Fue entonces cuando cambiaron las condiciones laborales de muchos empleados y las compañías prescindieron de un amplio porcentaje de recursos humanos. Por lo tanto, para no arriesgarse a perder su trabajo mientras estaban de baja y ante la incertidumbre respecto a poder conseguir un nuevo trabajo, muchos pacientes aguantaron en sus puestos a pesar de tener una enfermedad que les imposibilitaba para desarrollar sus tareas.

El fenómeno del presentismo laboral de pacientes con depresión

Este miedo a perder el trabajo sigue provocando en la actualidad que muchos pacientes con depresión acudan a trabajar. “De los empleados que son diagnosticadas de depresión o que sufren un episodio depresivo, alrededor de la mitad sigue acudiendo a su puesto de trabajo y encima tiende a ocultar los síntomas de su enfermedad por el estigma que rodea a esta enfermedad mental y por el miedo a perder el empleo. Trata de que no se le etiquete como un mal trabajador, pero su rendimiento no es bueno, no es capaz de realizar las tareas que tiene asignadas porque la enfermedad no le permite concentrarse, memorizar o tomar decisiones, lo que incrementa su desvalorización”. Así lo aseguran los autores del “Informe para un mejor abordaje de la depresión en el ámbito del trabajo”, realizado en colaboración con Lundbeck.

El presentismo es uno de los mayores problemas a los que tienen que hacer frente tanto los profesionales sanitarios como las empresas. A los especialistas en Medicina les preocupa seriamente que ese fenómeno del presentismo empeore la salud del paciente, pues aumenta la fatiga propia de la depresión. Por su parte, las empresas sufren el descenso de la productividad del trabajador y, por ende, un duro impacto en sus perspectivas de crecimiento económico. En este sentido, los expertos han señalado que, si tenemos en cuenta las cifras económicas en el marco de la Unión Europea, el coste anual de la depresión se sitúa en 92.000 millones de euros debido, fundamentalmente, a la pérdida de productividad de los trabajadores.

El papel de las administraciones y de las empresas en la depresión

La recuperación funcional del trabajador con depresión es un compromiso de todos: del individuo, de su familia, pero también de su entorno laboral y de la Administración Pública”, comentan los autores del “Informe para un Mejor Abordaje de la Depresión en el Ámbito del Trabajo”. Sin embargo, lamentan que en España no existen programas efectivos que se hayan destinado a mejorar el problema de la depresión en el entorno laboral. Uno de los motivos es que no se habían tenido en cuenta los enormes costes sobre el número de personas afectadas, las empresas y la economía en su conjunto.

La decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de las Islas Baleares opina que nuestro país está “en un momento clave” para diseñar planes económicos y formativos que tengan una continuidad en el tiempo para gestionar a los grupos de riesgo. “En Europa se han diseñado y aplicado algunos programas en empresas con resultados positivos. El objetivo de estos programas se centra en promover la salud mental, apoyar a los trabajadores cuando puedan estar en situación de riesgo y enseñar a manejar estos problemas cuando aparecen”, explica Margalida Gili.

Como ella, el profesor Jerónimo Saiz, ha insistido en el enorme potencial que tiene España para convertirse en un referente en el tratamiento de la depresión en el ámbito laboral. “Sería conveniente comenzar con medidas que sensibilicen a líderes políticos, responsables sanitarios, empresarios y directivos de empresa, así como los propios pacientes”, propone. En este sentido, cabe recordar que la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo (2015-2020) establece que la mejora de las condiciones de trabajo contribuye a reducir el coste derivado de las enfermedades profesionales y de los accidentes laborales.

Fuente: Prnoticias

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