¿Cómo se organiza la Sanidad en Europa?

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Pese a la proximidad geográfica y socioeconómica, los sistemas sanitarios de la llamada Europa de los 15 (países miembros hasta la ampliación de la Unión Europea en 2004) difieren más de lo que podemos pensar a simple vista. La crisis económica ha hecho que en los últimos años el foco haya recaído fundamentalmente sobre la rentabilidad de cada sistema pero existen otros factores que tienen una marcada influencia en el aspecto más cotidiano de la sanidad. ¿Quiénes están más satisfechos con su propio sistema sanitario? ¿En qué países tardamos más en poder ver al médico? ¿Existen pediatras en Atención Primaria? En el siguiente análisis recogemos los diferentes parámetros que definen el día a día de la atención sanitaria en Europa.

En primer lugar conviene hacer una diferenciación básica entre Servicios Nacionales de Salud (modelo Beveridge) y Sistemas de Seguros Sociales (modelo Bismark). Los primeros están controlados directamente por el gobierno y los segundos se organizan en torno a una especie de mutuas (no gubernamentales) de carácter obligatorio. La financiación sigue esta misma pauta: en los Servicios Nacionales los recursos salen de los propios presupuestos estatales y en los Sistemas de Seguros Sociales se basan en cuotas pagadas por empresarios y trabajadores directamente a las entidades encargadas de su gestión.

Sea cual sea el sistema de gestión casi toda la población está cubierta por un seguro público o por el propio estado, si bien existen grandes diferencias en el número de habitantes que optan por hacerse un seguro privado. En la mayoría de los casos este seguro actúa como una ampliación de la cartera pública por lo que en países como Bélgica, donde no existe la misma cobertura para autónomos que para trabajadores por cuenta ajena, puede ser especialmente importante. En el lado contrario de la balanza se encuentran países como Suecia, donde la oferta pública es lo suficientemente amplia y sus listas de espera lo bastante pequeñas como para que la sanidad privada prácticamente sea inexistente (sólo supone el 3% del gasto en salud). Alemania es un caso diferente, en este país los seguros públicos y privados pueden ser excluyentes y no todo el mundo puede optar a este último. Además el privado basa sus contribuciones en un perfil de riesgos y no en un perfil de ingresos (las mujeres y los hombres mayores pagarán más, por ejemplo) por lo que tampoco será siempre la opción más ventajosa.

Más allá del tipo de cobertura y del papel del gobierno en la gestión de los recursos, puede que el tipo de sistema escogido no sea lo más determinante a la hora de valorar la eficacia de cada sanidad. Hemos recogido los parámetros que se suelen utilizar para determinar el rendimiento de la sanidad y los hemos cruzado con el tipo de sistema: salvo cierta tendencia a un mayor gasto (como porcentaje del PIB) de los basados en seguros sociales, el único patrón que parece más claro es el de cómo valora la población su propio sistema sanitario, siendo también los sistemas de seguros los líderes.

El tipo de sistema tampoco determina la existencia o no de copago, de hecho todos los países de la Europa de los 15 plantean algún tipo de pago directo por parte del usuario en el punto de acceso a determinados servicios. En el siguiente gráfico se recogen estas áreas y también el porcentaje del gasto sanitario que representa este tipo de financiación. Curiosamente, no por el hecho de tener que abonar más servicios éste supone un mayor porcentaje.

El copago en farmacia es el único que está presente en todos los países, aunque la proporción del gasto público dentro del gasto total en medicamentos varía de forma notable tal y como muestra el siguiente gráfico. En el caso de la cobertura dental existen diferencias que van más allá del grado de copago: algunos países no la incluyen en su cartera de servicios, como España, pero en otros casos lo que se ofrece es una cobertura condicionada a aprobación (Francia y Luxemburgo), subvencionada en parte (Italia) o gratuita pero hasta alcanzar la mayoría de edad y después subvencionada parcialmente (Alemania, Dinamarca, Países Bajos y Suecia).

La mayoría de los sistemas sanitarios se organizan en torno a dos niveles asistenciales: atención primaria y especializada. En algunos países ésta última se reparte entre hospitales más generalistas y otros que proveen cuidados muy especializados, pero la mayor diferencia recae en lo referente al primer nivel, ya que varía tanto en lo referente a su organización como en los servicios ofertados e incluso el grado de privatización. Esto influye también en el tipo de remuneración, por lo que el salario pasa a ser menos frecuente como medio de pago mientras que lo más habitual es el pago por servicio. Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal, Reino Unido y Suecia optan por este sistema aunque en ocasiones combinado con otros como la capitación o el pago por rendimiento.

En el siguiente gráfico analizamos cuánto ganan los profesionales médicos con respecto al sueldo medio de sus países, teniendo en cuenta su grado de especialización y si trabajan por cuenta ajena o propia.

Otro de los grandes problemas que suelen presentar todos los sistemas sanitarios se relaciona con las famosas listas de espera. En el gráfico recogemos la percepción de los propios ciudadanos con respecto al tiempo que han de esperar para ser atendidos por un médico general, para ser atendidos en Urgencias, para realizarse un TAC o para someterse a una cirugía sin carácter de urgencia. Si cruzamos estos datos con el modo de provisión predominante (pública o privada) vemos que en la mayoría de los casos la atención privada parece proporcionar listas de espera más reducidas.

Parte de estas esperas se pueden achacar a la necesidad o no de acudir a un médico general como paso previo antes de ir a un especialista. Casi la mitad de los países optan por no establecer un filtro, si bien en algunos donde no se exige se plantean incentivos para fomentar este tipo de protocolo (como en Francia). Otra de las grandes diferencias se plantea en el tipo de cobertura que ofrece la Atención Primaria infantil. En muchos países el pediatra se establece al nivel de especialistas hospitalarios y por tanto en un primer nivel asistencial será un médico general el que trate a los más pequeños. De hecho es posible que en los centros de salud únicamente se localicen médicos generales y auxiliares. En otros plantean sistemas combinados o establecen una edad inferior a lo habitual para determinar si merece atención pediátrica o no (en torno a los seis años).

La organización del sistema farmacéutico también supone un abanico importante de diferencias entre los países europeos. Desde los propios horarios (en algunos países puede resultar complicado encontrar una farmacia abierta por las tardes o en fin de semana o incluso podrían cobrarnos más por acudir a una con horario extendido o de guardia) hasta la política de ventas, que puede ser más o menos restrictiva (en España se pueden llegar a comprar antibióticos sin receta pero en otros países eso sería impensable).

No existe una conclusión clara en base a estos parámetros que nos diga cuál es la mejor manera de organizar la sanidad. Probablemente existen aspectos de cada sistema que sería buena idea que fueran adoptados de forma universal, pero lo cierto es que la rutina de los pacientes cambia de forma considerable según el punto de Europa en el que se encuentre.

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Esta información se ha elaborado a partir de la lectura de los informes HiTs (Health Systems in Transition) elaborados por el Observatorio Europeo de la Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) así como de la consulta de bases de datos de organismos como la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), de la ILO (International Labour Organization) o de fuentes gubernamentales, entre otras. El origen de los datos representados en los gráficos se especifica en cada uno de ellos.

Ver gráficos y fuente: El Mundo

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