Tras la espléndida noticia de la total recuperación de la auxiliar de enfermería contagiada de Ébola, no podíamos pasar por alto el enésimo ejemplo de invisibilidad de la Profesión Enfermera. Obviando el sempiterno error cometido por todos los medios de comunicación, sin excepción, entre auxiliares de enfermería y enfermeras, queremos centrarnos en el nulo respeto y consideración mostrado por esos mismos medios de comunicación hacia las Enfermeras responsables, sí, responsables también, de la atención de aquella paciente.
Es así. Programas de televisión, radio, prensa escrita parecían condenar el riesgo de contagio al que se sometían los médicos y aplaudieron, a la postre, el éxito del tratamiento de esos «facultativos».
¿Dónde quedaban las Enfermeras? ¿Acaso no era su riesgo de contagio aún mayor? ¿No demostraron un compromiso profesional digno de elogio? ¿No contribuyeron a la curación de la paciente? Presenciamos la enésima condena al ostracismo.
No entendimos por qué razón no apareció ninguna enfermera en aquella primera rueda de prensa dada tras la recuperación de la paciente, pero aplaudimos que, posteriormente -fruto, seguro, de las quejas del colectivo-, pudiéramos ponerle rostro a esas profesionales sanitarias enfermeras que arriesgaron su vida por salvar a una paciente.
En ocasiones, una imagen vale mucho más que mil palabras.