ÁNGEL M. GREGORIS. Diario del enfermero- Ya ha pasado casi una semana desde que Reino Unido votó sí al brexit. Un 51,9% de los británicos decidió en un referéndum histórico abandonar la Unión Europea, cambiando así el rumbo de este y del resto de países del mundo. Sólo unas horas después de conocer el resultado de la votación, las bolsas más importantes del planeta comenzaron a caer, los analistas pronosticaron una gran catástrofe y la incertidumbre se cernió sobre los más de 16 millones de personas que habían votado “quedarse” dentro de la Unión Europea. El primer ministro, David Cameron, se vio obligado a dimitir tras el resultado y no tardaron en salir las peticiones para que se celebrase un nuevo referéndum (casi 4 millones de firmas registradas hasta el momento).
Mientras tanto, miles de españoles se encuentran allí, a la espera de lo que vaya pasando y se vaya decidiendo próximamente. Entre ellos, 6.000 enfermeros que se vieron obligados a emigrar en algún momento de su vida, bien porque no encontraban trabajo en España o por otros motivos, como conseguir experiencia internacional. “Durante la campaña y más ahora con el resultado no puedo evitar sentirme triste al saber que una parte de la sociedad nos ve como un problema”, afirma Lara Paya, matrona de Alcoy (Alicante), que lleva cinco años viviendo en Londres y trabaja en el University College London Hospital. A pesar de la situación actual, Paya admite que nunca se ha sentido menospreciada por ser española, “más bien al contrario”, pero que no puede reprimir el enfado al ver que después de cinco años trabajando y pagando allí sus impuestos, “nos han dejado de lado a la primera de cambio”. “Les encanta lo joviales y abiertos que somos y les gusta como trabajamos. Los enfermeros españoles estamos muy valorados aquí”, resalta.
Algo parecido sintió Joan Pons cuando se despertó a las 7.00 y vio la noticia. “No me lo creía. Bajé rápido al comedor y puse la BBC. Me quedé clavado durante más de una hora porque la decisión me parecía surreal”, cuenta Pons, enfermero catalán, que trabaja Departamento Sanitario del Gobierno Local, en Derbyshire. Él, que lleva 16 años viviendo en Reino Unido, se siente un poco molesto con la manera en la que se han hecho las cosas. “Llevo más de 16 años viviendo aquí, pago mis impuestos y contribuyo muy activamente a mejorar la sociedad de este país, pero el Gobierno decidió que no tenía derecho a votar. Creo que este fue el gran error de Cameron porque si nos hubiese dejado, ahora estaríamos hablando de otro resultado”, puntualiza Pons.
Para Carlos López, el momento que se vivió ese 24 de junio allí fue como en la transición española. “He escuchado a mis padres muchas historias de esa época, en la que cada persona tenía opinión e ideas, nadie estaba al margen, la política era un tema de conversación apasionante y algo así es el ambiente que se respiraba en Reino Unido ese día”, destaca el enfermero madrileño, que lleva cinco años allí y actualmente trabaja en el quirófano de traumatología del Parkside Hospital, en Wimbledon.
Las primeras impresiones dieron paso a la incertidumbre de estos enfermeros que se encuentran ahora trabajando en Reino Unido. “Ni nosotros ni la sociedad británica sabe lo que va a pasar. Ellos han votado salir, pero en ningún momento se ha discutido cómo ni cuándo. Los problemas llegarán para los que quieran venir cuando el país haya abandonado oficialmente la Unión, ya que la burocracia se intensificará”, opina Lara Paya, que considera que este también será un problema para ellos “porque no disponen de suficiente personal sanitario en el país para cumplir la demanda que tienen”.
Aunque es normal el desasosiego de los primeros días, Joan Pons se siente respaldado porque “desde la directiva del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS) nos han mandado muchos mensajes de apoyo a los trabajadores sanitarios. La NHS sin los profesionales de la Unión Europea se derrumbaría”. Además, Pons agradece que muchos directivos sanitarios hayan dejado claro que “las puertas seguirán abiertas para cualquiera que quiera ir en el futuro”.
Carlos López, por su parte, considera que una vez pase lo que tenga que pasar, los profesionales que están allí decidirán si sigue siendo realmente interesante. “Los españoles y demás europeos valoraremos si solicitar un visado merece la pena y si no lo es, buscaremos otro sitio donde seguir nuestra carrera y nuestra vida”, apunta López, que recuerda que si ya han dado una vez el paso más difícil que es hacer de otro sitio al que naciste y te criaste tu casa, pueden volver a hacerlo de nuevo.