Son tumores muy heterogéneos con una evolución muy distina

Se han identificado diferencias radicales entre ellos

El cáncer colorrectal es, además de una enfermedad muy grave, una dolencia muy heterogénea: hay varios tipos de cánceres colorrectales y cada uno tiene un pronóstico distinto. A pesar de identificar posibles mutaciones -fundamentalmente la del gen K-RAS- en el tumor a través de una biopsia de tejido (o más recientemente, mediante una biopsia líquida), un mismo tratamiento no tiene por qué servir para dos pacientes que, en principio, tienen la misma enfermedad.

Ahora, un consorcio internacional de científicos acaba de constatar justo esto: que la biología de los tumores de cáncer de colon presenta diferencias radicales entre unos y otros, lo que da lugar a cuatro subtipos diferentes. Así lo publica hoy la revista Nature Medicine, que recoge este trabajo colaborativo internacional mediante el que se han analizado 4.000 muestras de pacientes hasta dar con una nueva y pionera clasificación para este tipo de cáncer.

Porque, tal y como explica a este periódico Rodrigo Dieenstmann, investigador principal del Grupo de Oncology Data Science (ODysSey) del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO), antes de ésta, ya existían otras clasificaciones sobre los distintos tipos de cáncer colorrectal. Sin embargo, apunta Dieenstmann, «al final, tanto por el número de muestras como por la interpretación biológica y clínica de los datos, los subtipos no eran consistentes y faltaba consenso«.

Fue esta crisis de resultados lo que llevó a investigadores de todo el mundo a formar un frente común para aunar resultados e investigar a gran escala esta cuestión. El resultado de este esfuerzo de investigación ha sido una propuesta de cuatro subtipos de cáncer colorrectal que han sido aceptados por todos los científicos. «No es una clasificación más, sino la que agrega los resultados de todas las anteriores ya publicadas», explica Dieenstmann, que pone en valor el «consenso» que han generado estos subtipos.

A través del Big Data (análisis de datos a gran escala) y mediante un algoritmo matemático, los investigadores pudieron eliminar todo el ruido genómico y observaron que había «una señal muy clara de cuatro subgrupos con características biológicas muy distintas», apunta Dieenstmann.

El primer grupo sería el CMS1, correspondiente al 15% de los tumores colorrectales. «Este grupo es el que más se beneficiaría de la inmunoterapia», explica Dieenstmann. Después estaría el CMS2, el que tiene mayor inestabilidad cromosómica y el más común de todos, ya que aparece en el 40% de los casos. El subtipo CMS3 se da en el 15% de los tumores y es donde se concentran la mayoría de mutaciones del gen K-RAS, y por último, el grupo CMS4, correspondiente al 30%, es el que presenta peor pronóstico.

Aún no se aplica en la práctica clínica

Una vez descrita esta clasificación, la pregunta sería: ¿qué utilidad tiene esto para los pacientes con cáncer de colon? Hoy por hoy, explica Dieenstmann, «con esta clasificación, no tenemos un cambio en la práctica clínica». Pero el objetivo es que esto varíe, y justamente en eso están trabajando en el VHIO, donde ya se han puesto en marcha varios ensayos clínicos para saber, en función de qué subgrupo tiene cada paciente, cuál es el tratamiento que mejor les viene.

Con esta información, cuenta Dieenstmann, en un futuro, «los médicos podrán clasificar a los pacientes, conocer cuáles son las alteraciones de su subtipo y diseñar tratamientos personalizados para cada uno».

Pero, para ello, es imprescindible que una persona a la que le detectan cáncer de colon pueda saber en qué subtipo se agrupa su tumor. Sin embargo, a día de hoy, esto es difícil. «Para saberlo hay que hacer un análisis de expresión génica, pero esto es algo que actualmente está disponible en los laboratorios de muy pocos hospitales«, explica el Dieenstmann.

Es por ello que ya se ha puesto en marcha el proceso para desarrollar una máquina que pueda hacer este tipo de análisis. «Para ello necesitamos definir cuáles son los genes que hay que medir. Es una técnica que requiere mucha inversión y muchos estudios», cuenta Dieenstmann, quien cree que el aparato estará disponible dentro de unos dos años. «Para el cáncer de mama se tardaron cinco años, pero esto fue hace una década, y ahora hay muchos grupos trabajando en paralelo en esto, con lo cual, estoy seguro de que la tendremos en un futuro próximo», opina. En suma, explica este oncólogo, «el objetivo es confirmar que esta clasificación va a cambiar la práctica clínica».

Fuente: El Mundo

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