Sólo hay un hospital en todo el país para atender física y psicológicamente a pacientes de este tipo

Vea la galería de fotos ‘Haití no es país para quemados’

A principios del año pasado, el hospital Drouillard, situado al norte de Puerto Príncipe, se convirtió en un centro de atención y tratamiento a personas con quemaduras. 248 trabajadores de Médicos Sin Fronteras (MSF) asisten a lo largo de todo el año a los pacientes que ocupan las 35 camas del hospital.

Éste es el único centro en Haití donde se puede tratar y cuidar a personas que han sufrido quemaduras. El alto coste de mantener un servicio con este nivel de especialización, y la atención tan delicada e individualizada que hay que prestarle a cada uno de los pacientes, hacen que no haya otra infraestructura en todo el país que tenga estas características. Los hospitales haitianos no tienen medios económicos para poder ofrecer este servicio y el nivel medio de ingresos que tienen los pacientes en Haití no les permitiría financiarse su propia asistencia.

En el hospital de Drouillard hay actualmente cinco servicios especializados y diferenciados, lo que permite realizar tratamientos completos a quienes han sufrido quemaduras. Estos servicios incluyen hospitalización, servicios de emergencia, cuidados intensivos, servicios ambulatorios, atención de salud mental y un servicio MRB (bacteria multirresistente) para aislar al paciente. Incluso la cirugía disponible en el centro admite realizar trasplantes de piel usando otras zonas sanas del paciente. Además, el hospital recibirá pronto una máquina que posibilitará la creación de piel sintética.

La atención a pacientes quemados suele ser muy intensa, ya que sus vendajes han de cambiarse cada 48 horas. Un paciente hospitalizado puede permanecer hasta tres semanas en la sala de operaciones, aunque, a veces, su estancia puede superar los tres meses. En Drouillard sólo se permite hospitalizar a las personas que han sufrido quemaduras graves; es decir, aquellas personas quemadas en, al menos, el 25% de su superficie corporal.

Después de abandonar el hospital, los pacientes tienen que acudir a atención ambulatoria durante un mes. Tras el cambio de vendajes, se inicia un proceso de rehabilitación con el fisioterapeuta que puede llegar a durar más de un año.

El servicio de salud mental acompaña a personas que tienen dificultades psicológicas a causa de sus heridas, mientras que los trabajadores sociales se encargan de ayudar a los pacientes que tienen problemas para poder pagar el desplazamiento entre el hospital y su casa. También se llevan a cabo acuerdos de colaboración con otras organizaciones como, por ejemplo, con las que ofrecen microcréditos a los pacientes, o con ONG especializadas en terapias grupales.

Se permite residir a un familiar del paciente en el hospital y se distribuyen tres comidas diarias a todos los hospitalizados. Los pacientes que no residen ya en el hospital o que sólo acuden para tratamiento ambulatorio, reciben siempre una ración de comida de la ONG Alimentos para los Pobres.

El 17 de marzo de 2016 siete personas murieron y 30 más resultaron heridas en un terrible accidente ocurrido en la gasolinera de Hinche. Los heridos fueron trasladados por un helicóptero de Haití Air Ambulance, una ONG estadounidense que transporta gratuitamente a personas que están gravemente heridas. Esta tragedia tuvo una gran cobertura mediática e hizo que a partir de ese momento mucha más gente supiera de los servicios que se ofrecían en Drouillard. Desde entonces, el hospital gestionado por MSF recibe cada vez a más personas heridas por quemaduras.

«En nuestro país tener quemaduras sale caro»

Angeline Saint-Fleur comenzó a ejercer como enfermera en 2001. Su primer trabajo fue en el hospital Saint Joseph de Puerto Príncipe, la capital de Haití.

«Estamos aquí para ayudar a personas que están pasando por dificultades. En nuestro país, tener quemaduras sale muy caro. Los pacientes tienen que pagar las facturas al hospital día tras día si quieren seguir siendo atendidos, pero muchos de ellos suelen venir de contextos económicos y sociales muy difíciles. Muy poca gente puede pagar los precios que les piden».

«En estos lugares, los niños suelen pasar su tiempo de ocio cerca de sus madres, jugando alrededor del fuego y de la cocina, con lo que el riesgo de sufrir quemaduras es mayor que en otras circunstancias más normales. Además de las consecuencias físicas que provocan las quemaduras, la experiencia nos ha enseñado que también hay otras heridas menos visibles que se producen cada vez que alguien sufre un accidente de este tipo: las heridas psicológicas, que afectan tanto a la persona que se quema, como a la persona adulta que estaba a su cargo, ya que es muy frecuente que ellos mismos y sus familiares les responsabilicen de lo ocurrido».

«Uno de los pacientes que más me conmovió fue Jean Vine, un hombre que llegó de Hinche con heridas muy graves. Todo el mundo pensaba que iba a morir. Sus quemaduras alcanzaban el 50% de su cuerpo y estaba muy afectado psicológicamente, pero al final logró salir adelante. El día que le dimos de alta fue uno de los más felices de mi vida».

El culpable de las quemaduras

Marline Nromie lleva trabajando con MSF desde 2007. Tras formarse en la Escuela Normal Superior, trabajó como maestra durante dos años y se formó en psicotraumatología. «Me gusta la forma en que acompañamos a la gente; hace que mi trabajo cobre sentido. Cuando llegan a nosotros, los pacientes logran contarnos todo aquello que no han logrado exteriorizar cuando estaban en las áreas de fisiología o de cuidados intensivos».

Uno de los pacientes que Marline tiene más vivo en su recuerdo es un hombre que perdió ambos brazos tras electrocutarse. «Estuve con él durante mucho tiempo. Con el tiempo, gracias a la atención prestada, nos reveló que sus quemaduras se debían a una serie de conflictos de familia, que el accidente no había sido tal, sino que todo había sido fruto de una disputa por celos y que también había sufrido un derrame cerebral. Gracias a esta información, pudimos empezar a tratar el trauma que presentaba de la manera adecuada y al final logró salir de aquí bastante recuperado».

Marline también trabajó en prevención de violencia sexual de 2007 a 2009 y, tras el terremoto, se especializó en trauma. Marline cuenta que «cuando un niño tiene un accidente con fuego, los familiares que estaban a cargo suelen desarrollar un sentimiento de culpa por no haber sido suficientemente cuidadosos. Muchos padres culpan a sus esposas de abandono, ya que entienden que su responsabilidad es cuidar a los niños con mayor frecuencia que ellos. Hubo un padre que nos dijo que quería que arrestaran a su mujer».

«Hay muchos casos de depresión. Un alto porcentaje de las personas que sufren quemaduras ya tenían problemas anteriormente, así que estas heridas empeoran aún más su situación económica y social. Al menos el 95% de las personas quemadas sufren problemas emocionales y psicológicos relacionados con las dificultades que tendrán a partir de ese momento para lograr sobrevivir. La mayoría de ellos se vuelven ansiosos y depresivos. Durante su hospitalización apenas se dan cuenta de las consecuencias que ha tenido el accidente sobre su aspecto físico pero, una vez que salen, se percatan de que nunca volverán a estar como antes».

«Por otra parte, la forma en que las personas les miran en las calles y en los transportes públicos es una carga pesada. Siempre hacen comentarios. Muchas veces culpan a las madres por haber dejado que sus hijos se quemaran o incluso les echan la culpa de haberlo hecho con sus propias manos».

Adaptación y traducción al castellano de Antonio Balas y Fernando G. Calero, periodistas de Médicos Sin Fronteras.

Fuente: El Mundo

Escribir respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.