La abundancia de glóbulos blancos en este órgano envía mensajes al cerebro que generan cambios de comportamiento

Los científicos están descubriendo pistas sobre lo que podría estar ocurriendo en la relación entre el cerebro y el sistema inmunológico en aquellos que sufren repercusiones del estrés a largo plazo. Una nueva investigación detalla esas conexiones, específicamente que una abundancia de glóbulos blancos en el bazo podría estar enviando mensajes al cerebro que generan cambios de comportamiento mucho después de que los ratones experimenten estrés repetido.

“Encontramos que las células inmunes en el bazo pueden contribuir a la ansiedad crónica después del estrés psicológico”, afirma el autor principal del estudio, Daniel McKim, estudiante de postgrado de la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidos. “Nuestros hallazgos enfatizan la posibilidad de que el sistema inmunológico represente un nuevo objetivo terapéutico para el tratamiento de los trastornos de salud mental”, añade.

La investigación se ha presentado en Neuroscience 2016, la Reunión Anual de la Sociedad Estadounidense de Neurociencia, celebrada en San Diego (Estados Unidos). En este estudio, los investigadores han determinado que los cambios en las células inmunes persistieron durante casi un mes después de que los ratones experimentaron el estrés.

Los coautores y asesores de McKim, John Sheridan y Jonathan Godbout, están trabajando para explicar la complicada interacción entre la inmunidad y el estrés en animales que han experimentado una derrota social repetida en un esfuerzo por mejorar el bienestar de las personas que sufren enfermedades crónicas psicológicas de estrés.

La comunicación bidireccional cerebro-cuerpo

“El estrés parece impulsar la liberación de células madre de la médula ósea al bazo, donde se desarrollan en glóbulos blancos, o monocitos, y se expanden con el tiempo. Entonces el bazo se convierte en un depósito de células inflamatorias”, resume Godbout. Sheridan subraya que ahora se entiende que el bazo es parte integrante de la sensibilización que ocurre después de un estrés prolongado en los ratones, lo que lleva a la ansiedad y otros problemas cognitivos en el camino. “Es como un recuerdo del estrés”, afirma Godbout.

En su trabajo anterior, los investigadores de Ohio han documentado una mayor prevalencia de ansiedad a largo plazo y depresión en roedores expuestos a estrés crónico, un modelo que se ha comparado con el trastorno de estrés postraumático en las personas. “Tal vez la ansiedad sea algo bueno para la supervivencia (es beneficiosa evolutivamente) pero el problema aparece cuando ese sistema activa en exceso”, dice Godbout. Sheridan añade: “Estamos comenzando a reconstruir más detalles sobre la comunicación bidireccional entre el cerebro y el cuerpo y el cuerpo y el cerebro”.

Fuente: Redacción Médica

Escribir respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.