Un estudio dirigido por investigadores del Hospital Brigham y de Mujeres de Boston (EE.UU.) ha encontrado evidencias de que la terapia basada en la privación de andrógenos que a menudo se utiliza para tratar el cáncer de próstata localizado podría elevar el riesgo de depresión entre los pacientes. Los resultados de este estudio acaban de ser publicados en la revista Journal of Clinical Oncology.
Así, los investigadores dan por hecho que “los pacientes sometidos a este tipo de terapia hormonal experimentan con frecuencia una disminución de la función sexual, aumento de peso y desplome de su energía, factores, todos ellos, estrechamente vinculados al riego de depresión. Después de analizarlo en profundidad hemos constatado una asociación significativa entre esos hombres tratados con terapia hormonal y la depresión”, asegura el autor principal del estudio, Paul Nguyen. “Se trata de un fenómeno muy poco reconocido”, añade, a pesar de que decenas de miles de hombres se someten a esta clase de terapia cada año. Por eso, añade Nguyen, “el hallazgo es importante no sólo para que los pacientes sepan los posibles efectos secundarios de los medicamentos que están tomando, sino también para que los médicos puedan tener en cuenta los riesgos de este tipo de tratamientos y reconocer los posibles signos de depresión entre los pacientes”. Así, señalan los investigadores, podría ocurrir que “este riesgo adicional de depresión llevara a algunos hombres a mostrarse reticentes a someterse a este tratamiento, especialmente en escenarios clínicos en los que los beneficios son menos claros, como la enfermedad de riesgo intermedio.”
Para llevar a cabo su estudio, los expertos revisaron los datos de la base de datos Medicare SEER entre 1992 y 2006, referentes a 78.552 hombres mayores de 65 años que atravesaban las fases I, II o III del cáncer de próstata. A partir de ellos investigaron la relación entre aquellos pacientes que recibieron tratamiento hormonal y a la vez fueron diagnosticados de depresión, teniendo en cuenta también la duración de la misma. De esta forma, confirmaron que la incidencia de la depresión fue mayor entre los pacientes sometidos a terapia hormonal, siendo el riesgo de padecerla una 23% mayor. También descubrieron que el riesgo de necesitar tratamiento psiquiátrico aumentó un 29%. Los investigadores aseguran que el reto ahora es profundizar en si determinadas subpoblaciones –como los pacientes que ya acarreaban un historial de depresión- están en mayor riesgo que otras.
ANA MUÑOZ